PELIGROS DEL GMAIL



El peligro de gmail


Durante bastante tiempo fui la responsable de la información bursátil de mi programa. Mis obligaciones incluían crónicas de bolsa, informaciones sobre los hechos relevantes del día, últimas horas, saberlo todo sobre juntas de accionistas y dividendos… y producir el consultorio bursátil, lo que implicaba trabajar con un montón de analistas.

La verdad es que éramos un equipo muy majete: hacíamos cenas todos juntos, nos íbamos de copas a sitios muy guays y muy rancios, y alguna vez salimos por Chueca coincidiendo con el Orgullo Gay.

Aunque ya no trabajo con ellos, de vez en cuando quedo a comer con alguno, sobre todo con los más jovencitos.

Pero con uno no. Ya no, porque la tercera vez que quedamos a comer en un indio bastante molón me dijo "Be, ¿no te parece raro que te llame tanto para comer?" y yo le dije "No" y seguí con mi pollo tika, pero él me dijo "¿Ni un poco? ¿No crees que puedo tener algún interés más… personal en ti?" y yo le dije "Que va, cómo voy a pensar en cosas raras que no nos van ni a ti ni a mí". Y para mi tranquilidad, la suya, la de su mujer y la de sus dos hijos, no volvimos a quedar.

En fin.

Los que tengan una cuenta de gmail sabrán que todas las direcciones de email enviados o recibidos se guardan en la memoria y aparecen en plan autocompletar (ya sabéis, escribes un par de letras y te sale el resto automáticamente) al escribir un correo nuevo. Esto tiene sus riesgos…

Recibo 4 o 5 emails diarios con notas de prensa sobre novedades editoriales y convocatorias para presentaciones de libros, y todas –vayan de lo que vayan– se las reenvío a un amigo librero. Y hace dos semanas estaba a punto de dar a ENVIAR cuando, de casualidad, miré la dirección que se había autocompletado. No era la de mi amigo, era la del analista.

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